Sin faltar a su cita la lumbre de San Antón en la Plaza San Vicente. Los vecinos se reunieron alrededor de su calor y luz en una cita nueva y siempre eterna en esta festividad.
San Antón es una celebración que no decae, que se vive cada año con más devoción. Yo hablo por mí misma, que cada año ofrezco unos palos en las dos hogueras señaladas.
Ya no quedan animales apenas, algunas mascotas y poco más…pero la fiesta permanece y la vivencia de los vecinos de compartir una trasnochada de amistad y alegría.
Como curiosidad quiero resaltar “los castillos”, que recuerdo cuando era pequeña. Poner los palos haciendo eso: un castillo (todas las lumbres se hacían antes así).
Ahora se apiñan y se prenden pero… Aurelio tiene la costumbre de mantener la tradición y yo procuro ir siempre antes de que caigan sus palos y disfrutar y recordar un año y por muchos venideros de esa hermosa imagen, que recuerdo de mis años de juventud: una en la puerta de Pablo, otra en la puerta de la “Posá”…
La vecina de la calle Enmedio
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