viernes, 23 de abril de 2010

SEMANA SANTA 2010 EN HORNOS




Semana Santa, año 2.010

Parece que el tiempo no pasara, siempre igual y siempre el presente. Los mismos y los nuevos que se incorporan a nuestras tradiciones. Un pueblo que recuerda su saber estar y hacer, un revivir y conservar, un aliento para el alma y para el cuerpo, un encuentro siempre recordado, un compartir y dar un trocito de nosotros mismos.

Esto es la Semana Santa: mujeres arropando y levando a su Virgen de los Dolores a hombros, comentándole al oído que no está sola, que ellas la llevan, que su dolor es compartido y sus alegrías por el Hijo resucitado y por los logros de sus propios hijos; unos niños-jóvenes llevando a Cristo crucificado, aprendiendo el camino de la vida con sus afanes, sus alegrías y tristezas y aprendiendo a tener vida y responsabilidades y vivencias por venir; esos hombres valientes que cargan al Nazareno soportando su pesada cruz con cariño y abnegación, a veces solitarios pero con entrega y siempre valientes.

¡Son tantos los sentimientos que afloran en estos días!

Después de un invierno frío y lluvioso nos han venido días llenos de luz y buena compañía, para poder compartir nuestras tradiciones y días de descanso, en un paraíso natural que es nuestro pueblo y nuestro entorno. Con un templo que ha recobrado su antiguo esplendor de piedra tallada, antigua, eterna que le da grandeza y solidez. Os enseño una foto para que lo veáis… lo bonito y grandioso que ha quedado. Para juntarnos y celebrar en él nuestros acontecimientos.


Quiero resaltar el hecho de que todo el pueblo ha colaborado de alguna manera en su recuperación: en la limpieza, aportación económica, en la participación de sus actos…
Y acabo con la imagen bella de nuestra Virgen de los Dolores que sólo con cambiarle el manto se convierte en la triunfadora junto a su hijo resucitado. Mirad su bello rostro, capaz de llorar de pena y de alegría (como cualquier madre). Con esta imagen un reconocimiento a todas las madres y un recuerdo especial a las que ya no están con nosotros pero que siguen velando por sus hijos/as allá en el Cielo…¡Yo así lo creo!

Mari Francis, la vecina de la calle Enmedio, abril 2.010

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